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sábado, 23 de abril de 2011

ÈNÌ TÍ KÒNDÀKÈ ORÒ SÍSÒ, DÍ ALÁHÌFÓHÙN NÍGBÀTÍ ONRÌNÀNRÌ EGÙN

ÈNÌ TÍ KÓNDÀKÈ ORÒ SÍSÒ, DÍ ALÁHÌFÓHÙN NÍGBÀTÍ ONRÌNÀNRÌ EGÙN.
El que nunca cesa de hablar calla cuando camina a través de espinas.
Comentario: El culto a los Òrìsà está basado en la creencia en el poder de la palabra. Por esta
razón, quienes veneran a los Òrìsà en Africa son cuidadosos sobre lo que dicen y cómo lo dicen.
En la cultura yorùbá no existe la conversación ociosa. Todas las palabras y afirmaciones se ven
como invocaciones y expresiones de voluntad. Las afirmaciones de carácter negativo se consideran
maleficios en el sentido literal de la palabra.
Cualquiera que habla indiscretamente se considera irresponsable y hay una creencia de que
una tendencia tal puede llevar a problemas. La conversación ociosa se considera una forma de
automaleficio que atrae experiencias negativas hacia la persona que se complace en esa práctica. El
sentido del proverbio es que hay un tiempo para hablar y un tiempo para la contemplación. Cuando se
está viajando a través de espinas, es claramente un tiempo para la contemplación basada en la
observación. Esto es cierto sea que esas espinas estén en el bosque o en aquellas situaciones
"espinosas" que requieren introspección antes de la acción

ÒWE ( PROVERBIOS YORÙBÁ )

Ò W E
P R O V E R B I O S Y O R Ù B Á

A. ONÍWÀ FUNFUN – PROVERBIOS YORÙBÁ Y EL CONCEPTO DE LA VERDAD

"Owe" es la palabra yorùbá que significa “proverbio". En la disciplina teológica, un proverbio se
define como un dicho corto que expresa una verdad religiosa o cultural. Todas las culturas hacen uso
de los proverbios para trasmitir valores sociales. Como una introducción a la comprensión de los
Òrìsà (Espíritus que guían las Fuerzas en la Naturaleza), los proverbios yorùbás proveen una base
para captar la visión de Ifá de la relación entre el self y el Mundo.
Muchos de los proverbios que están en uso corriente en la cultura yorùbá están basados en las
Escrituras de Ifá. Esta Escritura es un extenso poema oral formado de doscientas cincuenta y seis
secciones, o libros, llamados "Odù". Cada Odù tiene una cantidad de versos llamados "esè". En el
Odù llamado Osa'Tùrá, los estudiantes del profeta Òrúnmìlà le piden que les diga la naturaleza de la
Verdad. La palabra yorùbá para "Verdad" es "Oníwà funfun", que significa "uno que posee buen
carácter es guiado por la luz".
En el Odù Osá'Tùrá, Òrúnmìlà dice que la Verdad es el Jefe del Reino Invisible que guía el
Destino de la Tierra. Continúa diciendo que la Verdad es una palabra que nunca puede echarse a
perder; es la fuente de poder que vence toda la adversidad. Los que conocen la Verdad pueden
descubrir la Voluntad de la Creación. Esto implica que la Verdad es una manera de conocer más bien
que un conjunto de creencias rígidas. También implica que la Luz, como una Fuerza de la Naturaleza
(Òrìsà), porta su propia forma de conciencia que puede tener un impacto directo en el curso de la
evolución. Estos son dos temas centrales en las Escrituras de Ifá, y son elementos clave para
comprender la naturaleza y función de los Òrìsà desde la perspectiva de la teología de Ifá.
Dentro de la estructura del ritual de Ifá, el Odù Osa'Tùrá se usa para invocar a Esù, quien es a
la vez el Mensajero Divino y el Guardián de la Verdad. Este papel dual ha causado alguna confusión
entre aquellos que han escrito sobre la posición de Esù en la cosmología de Ifá. La confusión parece
estar basada en un malentendido del papel de Esù en causar trastornos. Una de las funciones del
trastorno natural en los asuntos cotidianos es sacudir a la conciencia para soltarla de su
autoindulgencia y pensamiento rígido. Debido a que la Tierra está constantemente en proceso, todas
las percepciones de la relación entre self y Mundo están en un estado constante de flujo. Aquellos
que niegan o ignoran la naturaleza dinámica de esta relación son periódicamente arrojados a un
estado de confusión como resultado de algún giro inesperado de los acontecimientos. En términos
simples, la percepción humana de la Verdad es una dimensión constantemente cambiante y una de las
funciones de Esù es recordarnos que la búsqueda humana de la Verdad nunca debe estancarse.
Decir que Esù es el Guardián de la Verdad es sugerir que la Verdad nunca puede volverse un
conjunto fijo de reglas o de dogma. En cambio, la Verdad es un modo de mirar al self y al Mundo;
es un estado de ser más bien que un acto de conocer. Este es un concepto difícil de captar para

algunos occidentales, pues hemos sido condicionados por la idea de que la Verdad se establece por
hechos objetivos. La idea de que la Verdad sólo puede ser descubierta si somos periódicamente
sacudidos de nuestras nociones preconcebidas es perturbadora para quienes quieren que la religión
tenga la totalidad de las respuestas correctas sobre cualquier cosa.
Cuando los misioneros cristianos tradujeron por primera vez la Biblia al yorùbá utilizaron la
palabra Esù para representar al "Diablo". Sin duda éste fue un intento deliberado de rebajar la creencia
religiosa tradicional de Ifá. El efecto de esta calumnia es aún evidente en los Estados Unidos donde
Esù es a menudo asociado con la idea de causar daño por medio del uso de magia y hechicería. Una
mirada más cercana a los proverbios yorùbás, a su folklore e historia sagrada sugiere que el daño
hecho por Esù es el resultado del rechazo de una persona a vivir en armonía con la Verdad como se
refleja a través de las Leyes de la Naturaleza.
Los proverbios incluidos en este capítulo son una pequeña muestra tomada de una cultura que
es rica en el uso poético del lenguaje. Muchos de estos ejemplos utilizan analogías
interdimensionales e imágenes de la Naturaleza que no se usan comúnmente en el lenguaje coloquial.
Esto lleva a una situación en la cual el significado original del proverbio puede no estar claro sin
alguna referencia a las creencias espirituales y sociales de Ifá. Como con todos los proverbios, no hay
ninguna interpretación única y definitiva de su significado. Los proverbios que apuntan a la Verdad
están continuamente abiertos a la reinterpretación. Es su capacidad para sacudir las nociones
preconcebidas hasta dejarlas sueltas lo que les da la fuerza de una revelación.

domingo, 3 de abril de 2011

Orígenes Yoruba

Los orígenes de la cultura yoruba

En la región forestal de la franja costera que se extiende entre el Volta y Camerún se asentaron comunidades rurales que dominaban la técnica del hierro y organizaron una economía agrícola y formas de vida avanzadas y estables. Entre las más importantes estaban las comunidades yoruba, cuyo grupo central, localizado en las regiones de Ife, Ilesha y Ekiti, parece ser el establecimiento más antiguo.

Un movimiento de dispersión protagonizado por los grupos que impusieron su supremacía económica, política y cultural sobre los territorios ocupados.

Reinos o estados

Los reinos yoruba, constituidos en los territorios habitados por las comunidades de esa etnia -al sur de la actual Nigeria-, deben a ello su homogeneidad lingüística y cultural y el reconocimiento de sus antepasados fundadores. El esplendor alcanzado por dos de los reinos, Ife y Oyo, se extendió a las tradiciones de los demás reinos.

Hay una cosmogonía basada en el mito de Ife que ubica en la ciudad de Ile-Ife la creación de la Tierra y otra que se levanta sobre el mito de Oyo y atribuye a una migración proveniente del este los orígenes yoruba. Lo cierto es que la vida de estos reinos promovió la difusión de instituciones y prácticas entre sus poblaciones y que la ejecución satisfactoria de complejas funciones -agricultura extensiva, comercio de largas distancias, sistemas de tributación, expansión militar, políticas ciudadanas- fue posible por la existencia de estados bien provistos y debidamente organizados.

Aunque cada rey aspiraba a dejar a su sucesor un reino más extenso, una política tolerante favorecía un clima de intercambio del cual salían culturalmente enriquecidas las comunidades vencedoras y las asimiladas. Dicho intercambio explica, finalmente, la heterogeneidad que se aprecia en la civilización yoruba. Una cultura cuya unidad se realiza a través de la diferencia.

Vida económica

Los estados yoruba tenían por lo general dimensiones modestas. A veces abarcaban una sola ciudad y sus aldeas vecinas. Es una excepción el reino de Oyo, que se extendió a vastos territorios y adquirió status imperial. Lo común era una población agrupada en asentamientos compactos en torno a la casa de los reyes y mayores en un área rodeada por una muralla que fijaba sus límites. Tenían recursos provenientes de la agricultura, de cierta actividad extractiva y de la artesanía. Concurrían a mercados locales organizados en días alternos para contrarrestar la competencia entre mercados vecinos. Pero artículos de lujo (oro que fluía a las cortes en forma de tributo, marfil, piezas artísticas, nueces, y otros) eran el objeto principal de un comercio de largas distancias, establecido, por ejemplo, con los estados haussa, de las zonas orientales, cuyos beneficiarios directos eran los estratos más ricos -los reyes y sus cortes, funcionarios, comerciantes y profesionales-. En las comunidades más desarrolladas había esclavos -a causa de crímenes y deudas- que trabajaban como servidores domésticos o como peones agrícolas en las tierras comunales.

Entre los yoruba de las sociedades tradicionales no se practicó el comercio de esclavos. Sin embargo, la historiografía da cuenta de la existencia de un comercio de esclavos que probablemente se inició en el siglo XV.

A partir del siglo XVI la trata de esclavos originó una migración forzosa hacia las Américas de las poblaciones africanas y de sus culturas. Un complejo de formas de pensamiento y de civilización de origen yoruba se desarrolló en Brasil, en Cuba y en otros pueblos de las Antillas.

La cosmovisión

Un antiguo mito, que revela cómo se transponen al tiempo mítico las determinaciones del tiempo histórico, supone que de Ife, ciudad sagrada, se dispersaron los nietos de Oduduwa -fundador legendario- y que sus nombres dieron a su vez nombre y origen a la primera generación de estados yoruba: Owu, Ketu, Benín, Illa, Sabe, Popo y Oyo.

La cosmogonía yoruba se basa en la idea de una entidad superior, integrada por tres deidades. La primera de ellas creó el mundo, que inicialmente sólo estaba poblado por santos (orixás)(orisas)(orichas). Posteriormente repartió su poder (aché)(ase) entre los orichas, que en adelante son los encargados de intervenir en los asuntos humanos y de abogar por los hombres gracias a la mediación del juez supremo o mensajero principal, Orunmila.

Como en la mayoría de las lenguas del Africa Negra, "el poder" se expresa entre los yoruba mediante una palabra -aché-que significa "la fuerza", no en el sentido de violencia sino en el de energía vital que engendra una polivalencia de fuerzas y determina desde la integridad física y moral hasta la suerte.

En todas las creaciones culturales del conjunto de sus pueblos está contenida la cosmovisión yoruba. Propia de sociedades donde toda acción es realizada, interpretada y vivida como parte de un todo ontológico orgánico -y no precisamente religioso-, esta cosmología encierra la idea de que el orden de las fuerzas cósmicas puede ser perturbado por acciones inmorales cuyo efecto es desequilibrante y perjudicial para la humanidad, para la naturaleza y para sus autores.

La unidad entre naturaleza y ética constituye en estas culturas una determinación cósmica y consiguientemente un principio para el ejercicio del poder, una condición de su aplicación benéfica. Los cuentos tradicionales de la cultura yoruba entrañan generalmente el castigo para los gobernantes despóticos y para los irreverentes con las fuerzas de la naturaleza.

Vida comunitaria

La noción de fuerza está presente además en el ideal que anima la vida de la comunidad y asimismo, la de cada uno de sus individuos: "Defenderse de toda disminución de su ser, acrecentar su salud, su forma física, la dimensión de sus campos, la magnitud de sus rebaños, el número de sus hijos (o ahijados), de sus aldeas.

La comunidad tenía mucho valor en las culturas tradicionales yoruba. Determinaba su concepción de la historia -identificada con la vida del grupo en continuo cambio- y del tiempo -concebido como el tiempo social, vivido por el grupo, que trasciende el tiempo de la persona y que es, a la vez, la dimensión donde el hombre puede y debe entablar incesantemente su lucha contra la decadencia y por el enriquecimiento de su energía vital.

Los yoruba pensaban que a lo largo de la historia vivida por el grupo se acumulaba un aché que se encarnaba en objetos. En calidad de atributos de los orichas, estos objetos se trasmitían desde los ancestros a las comunidades sucesivas a través de sus patriarcas o reyes, intermediarios entre el mundo trascendental y el mundo visible.

Aunque estaban encabezadas por reyes, las comunidades eran dirigidas por consejos de gobierno en los cuales entraban hombres de diversa condición y donde los ancianos gozaban de una dignidad merecida. Las yoruba, como la mayoría de las comunidades tradicionales africanas, eran sociedades de opinión pública, en las cuales la conducta de las autoridades era vigilada, espiada, y las violaciones de los principios que regían la vida comunitaria se denunciaban siempre mediante críticas y rumores verbales persistentes, tan agobiantes que, a la larga, su autor se encontraba en la obligación de explicarse o dimitir.

No debe olvidarse el lugar de las mujeres, cuya autoridad era manifiesta en los límites de la comunidad.

La religión

La religión de las sociedades yorubas tradicionales se caracteriza por el culto a un dios superior y a un conjunto de divinidades intermedias, cuya intervención y voluntad rige la vida humana. Los orichas fueron ancestros que en vida acumularon un poder y un saber sobre las fuerzas naturales y humanas en virtud del cual transitaron un día de la condición de hombres a la de dioses. Cada uno personifica ciertas fuerzas de la naturaleza y se asocia a un culto que conducen a los creyentes a ofrecer alimentos, sacrificios y oraciones para aplacar sus iras y atraerse sus favores.

La religión yoruba está ligada a la noción de familia en el sentido de que cada culto engendra una hermandad religiosa que se deriva justamente del oricha o antepasado común, la cual abarca a los vivos y a los muertos y supera los vínculos de sangre.

Los dioses yoruba recuerdan a los del panteón helénico. Pero aquéllos, en la liturgia, se posesionan de los fieles. En estado de posesión, el dios baila con sus adoradores en complaciente camaradería y a veces habla, adivina, aconseja y profetiza. Entre los más conocidos orichas se cuentan Eleggua Esu Exu -el dios que abre el camino y que en las casas de Cuba,Brasil se coloca detrás de las puertas-;En África generalmente no todas las casas lo poseen, Oggún -inventor de la fragua, dios de los minerales y las montañas y del dinero-; Oxosi Ochosi -dios de la caza-; Xangó Changó Sangó -el Marte de los yoruba, dios del fuego y de la guerra-; Oxún Ochún Osún -la diosa del agua dulce, del amor,de la maternidad y de toda dulzura-; Iemanyá Yemaya Iemonja -la reina del mar-.

El arte yoruba

El arte de las comunidades yoruba más antiguas se distinguió por sus creaciones escultóricas, alfareras y ceramistas. Sobresalen los bajorrelieves, las tallas en madera, y las máscaras y cabezas humanas creadas con la técnica del "moldeado a la cera perdida", celosamente conservada como herencia divina.

Sin embargo, el lugar preponderante en el arte yoruba lo tiene la música. Aunque como forma de arte tiene una significación autónoma y profana, la música está indisolublemente unida a los cultos religiosos y a la liturgia yoruba.

Lo más característico es el predominio de los tambores y especialmente la presencia de los tambores batá (familia), una creación exclusiva del pueblo yoruba. Es una orquesta de tres tambores -Iyá (madre), Itótele y Okóngolo- percutidos a la vez por tres tamboreros. Para los yoruba "los batás hablan lengua" y cada uno de sus toques -sagrados (toques de batá) o no (toques de bembé)- se inspiran en leyendas atribuidas a los orichás.

A la música de los batá se unen coros y danzas litúrgicas. Los coros secundan a los tambores y las danzas son ejecutadas por bailadores que imitan las fuerzas naturales y los poderes atribuidos a los orixás.

La integridad sonora y sinfónica de los batá (sonoridad vegetal, por la madera de los tambores; animal, por los cueros con que se sujetan y afinan; mineral, por el conjunto de cascabeles y campanillas), unida a las voces humanas, obedece a un criterio mágico por medio del cual los yoruba evocaban la integridad de las potencias cósmicas

Recordemos de estar unidos por el bien de nuestra Cultura.

Yeimer Arango Ojuani Boche ( Owonrin Ose )Barcelona España.

echulona@hotmail.com

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